Imagen tomada de www.diariocorreo.com.ec
Sigo aturdido por el fatídico hecho que enluta a una familia de mi provincia: el vil asesinato de Jéssica Núquez, esposa del Asambleísta Carlos Zambrano. Las imágenes que muestra EL Correo (versión Orense del Extra) en su edición on line -seguro escogerán las más impactantes para edición impresa de mañana- se quedarán en mi cabeza por largo tiempo como terrorífico recordatorio de lo putrefacta que está nuestra sociedad y de que, de seguir así, nos espera un futuro despreciable.
En lo que va del año el sicariato se ha llevado muchas vidas en el país y no veo que esto vaya a acabarse pronto porque cuando un individuo entra a un lugar público, hace preguntas a su víctima para cerciorarse de su identidad, luego dispara su arma fríamente apuntando a la cabeza, para luego huir sin remordimientos, entonces ya no tenemos nada… solo desconsuelo, desazón, rabia y por supuesto el shock, porque todo esto nos lleva a vivir en constante estado de alerta, casi como que ecuador se estuviera convirtiendo en una sociedad paranoica donde reina la intranquilidad, donde nadie está a salvo. Y esto es algo para lo que no estamos preparados.
Nada de lo que diga en este escrito que nace de la impotencia y de la rabia contenida, puede amilanar un poco el dolor de perder a un ser querido, solo pretendo denunciar que me parece incoherente que en un país como el nuestro siga comprándose armamento militar para combatir enemigos inexistentes, para pelear en guerras que no existen, cuando nuestra gente sigue muriendo en manos del crimen organizado y de asesinos a sueldo. La verdadera Guerra está en las calles combatiendo gente sin escrúpulos para quienes la vida humana es un negocio. Las guerras de verdad si libran dentro del país, no en las fronteras… El verdadero enemigo, el que corroe las bases de la sociedad y la hace tambalear sigue campante mientras se sigue aumentando los presupuestos para compra de armamento bélico.
Son cosas que no me caben en la cabeza, puedo equivocarme en mis conclusiones, por su puesto, pero creo que es tiempo de exigir resultados. Nunca la inseguridad ha sido tan alarmante. Y esto no es percepción, es la dolorosa realidad.
No digo más.