DANA
Dana llegó al lugar acordado, ella lucía un vestido negro largo y muy ceñido tal como me había dicho que iría. Yo aguardaba en una esquina de aquel café con un atuendo distinto al que dije que llevaría. Llegué a aquel lugar con media hora de anticipación para estar atento a su arribo, quería estar seguro de reconocerla.
Cuando llegó no dio la impresión de buscar a alguien, solo llegó y se sentó. La vi pedir algo a un mozo muy alto y delgado de aquel bar. Era la hora de acercarse. Me presenté en su mesa, vi directo a sus ojos, esos tiernos ojos que ya había visto antes, aunque desde tan lejos, a través de una cámara web. –Hola- le dije -supongo que eres Dana-, -es un gusto conocerte- ella sonrió, era hermosa –Si lo soy, mucho gusto en conocerte personalmente- dijo y se levantó para darme un beso en la mejilla.
Las relaciones a través de la web están de moda actualmente, pero hay algo que muchos cibernautas olvidan o talvez confunden al momento de entrar a un Chat o algún otro medio para conocer gente, y esto es que para que una relación virtual funcione debe ser totalmente sincera y espontánea. Muchos expertos dicen que las relaciones través del Internet suelen generar las mismas clases de pensamientos y emociones que cualquier otra relación, de las cuales surgen secretos, fantasías, entusiasmo, frustraciones, etc. Por ello mismo, los expertos aseguran que una relación "virtual" puede ser tan dañina o tan gratificante como una relación normal
Dana tenía la misma fluidez para charlar personalmente y a través del ordenador. Tomó dos tazas de café durante el largo rato que nos vimos, yo fumé muchos cigarrillos, ella sabía que fumaba, más de una vez me vio hacerlo a través de la Web Cam. Ella estaba radiante, lucía mucho mejor personalmente que en las fotos que gentilmente me había enviado a lo largo de los 8 meses de relación virtual de amistad.
Siempre fuimos sinceros, ese fue nuestro pacto principal. Decíamos la verdad sobre todo, lo que considerábamos como nuestras virtudes, o como defectos, nuestros vicios, y fuimos sinceros al hablar de nosotros mismos y de lo que hacíamos. Nos llegamos a llevar tan bien, quizá por lo parecidos que éramos y lo similar de nuestros gustos. A veces me daba la sensación de que dos soledades se juntaban.
Llevábamos mucho rato hablando de Neruda, de Borges y de las melodías de Rodríguez. El sol había huido a su escondite hacía largo rato ya, la música ambiental de aquel centro comercial se había vuelto repetitiva. –Había olvidado que el tiempo pasa rápido charlando contigo- le dije, ella sonrió. Era hora de irse ella se despidió, dijo que le agradó compartir toda una tarde conmigo. Yo dije lo mismo.
La verdad es algo tan necesario en algunos casos. No hubo decepciones ni sorpresas entre nosotros después de esta cita, porque ambos sabíamos todo del otro antes de encontrarnos. Espero que este no sea el último encuentro entre los dos.
Por ahora el frío ambiente del Mall ha calado mis huesos, y mi cajetilla de cigarrillos se terminó, el mesero alto me mira con cara de fastidio, creo que ya es hora de ir a casa, no quiero abusar de mi Laptop y del Internet gratis que da el centro comercial. He escrito suficiente de esta “cita a ciegas” no tan ciega. Espero ver a otra vez a Dana, pero ya no llevaré mi computadora personal, ni será en el café de un Shopping Center.
Dana llegó al lugar acordado, ella lucía un vestido negro largo y muy ceñido tal como me había dicho que iría. Yo aguardaba en una esquina de aquel café con un atuendo distinto al que dije que llevaría. Llegué a aquel lugar con media hora de anticipación para estar atento a su arribo, quería estar seguro de reconocerla.
Cuando llegó no dio la impresión de buscar a alguien, solo llegó y se sentó. La vi pedir algo a un mozo muy alto y delgado de aquel bar. Era la hora de acercarse. Me presenté en su mesa, vi directo a sus ojos, esos tiernos ojos que ya había visto antes, aunque desde tan lejos, a través de una cámara web. –Hola- le dije -supongo que eres Dana-, -es un gusto conocerte- ella sonrió, era hermosa –Si lo soy, mucho gusto en conocerte personalmente- dijo y se levantó para darme un beso en la mejilla.
Las relaciones a través de la web están de moda actualmente, pero hay algo que muchos cibernautas olvidan o talvez confunden al momento de entrar a un Chat o algún otro medio para conocer gente, y esto es que para que una relación virtual funcione debe ser totalmente sincera y espontánea. Muchos expertos dicen que las relaciones través del Internet suelen generar las mismas clases de pensamientos y emociones que cualquier otra relación, de las cuales surgen secretos, fantasías, entusiasmo, frustraciones, etc. Por ello mismo, los expertos aseguran que una relación "virtual" puede ser tan dañina o tan gratificante como una relación normal
Dana tenía la misma fluidez para charlar personalmente y a través del ordenador. Tomó dos tazas de café durante el largo rato que nos vimos, yo fumé muchos cigarrillos, ella sabía que fumaba, más de una vez me vio hacerlo a través de la Web Cam. Ella estaba radiante, lucía mucho mejor personalmente que en las fotos que gentilmente me había enviado a lo largo de los 8 meses de relación virtual de amistad.
Siempre fuimos sinceros, ese fue nuestro pacto principal. Decíamos la verdad sobre todo, lo que considerábamos como nuestras virtudes, o como defectos, nuestros vicios, y fuimos sinceros al hablar de nosotros mismos y de lo que hacíamos. Nos llegamos a llevar tan bien, quizá por lo parecidos que éramos y lo similar de nuestros gustos. A veces me daba la sensación de que dos soledades se juntaban.
Llevábamos mucho rato hablando de Neruda, de Borges y de las melodías de Rodríguez. El sol había huido a su escondite hacía largo rato ya, la música ambiental de aquel centro comercial se había vuelto repetitiva. –Había olvidado que el tiempo pasa rápido charlando contigo- le dije, ella sonrió. Era hora de irse ella se despidió, dijo que le agradó compartir toda una tarde conmigo. Yo dije lo mismo.
La verdad es algo tan necesario en algunos casos. No hubo decepciones ni sorpresas entre nosotros después de esta cita, porque ambos sabíamos todo del otro antes de encontrarnos. Espero que este no sea el último encuentro entre los dos.
Por ahora el frío ambiente del Mall ha calado mis huesos, y mi cajetilla de cigarrillos se terminó, el mesero alto me mira con cara de fastidio, creo que ya es hora de ir a casa, no quiero abusar de mi Laptop y del Internet gratis que da el centro comercial. He escrito suficiente de esta “cita a ciegas” no tan ciega. Espero ver a otra vez a Dana, pero ya no llevaré mi computadora personal, ni será en el café de un Shopping Center.
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