octubre 26, 2008

Domingo

La Sole estuvo aquí esta mañana. Vino a hacer deberes y me dejo la casa llena de besos, y aunque suene cursi, el domingo no fue tan domingo después de su presencia. Por otro lado, sé que Barcelona empató de visita con el Macará y que la Liga perdió con el Quito en su propio estadio. De EMELEC no puedo hablar porque ese equipo maldito no clasificó a la liguilla, en parte por esto es que ahora los domingos son peores, y creo que me lo merezco.

Es de noche y no hay nada que hacer. Posiblemente este spot termine mal porque me mata el aburrimiento mientras chateo y miro la gente pasar a través de la ventana. Ahora trato de recordar por qué empecé a escribir y no puedo. Mientras, escucho en la Tv. que Maradona podría ser el nuevo técnico de Argentina y que en mi terruño se celebraron los 10 años de la paz con el Perú, sobre esto último tengo mis observaciones, pero no las escribiré hoy domingo porque no tengo ganas de ponerme serio, además hace calor.

Mi celular no ha sonado en todo el día –no sé si esto es bueno o malo- talvez mañana sea un mejor día. Aunque algunos creen que el lunes es un pequeño pedazo de domingo. Quien sabe, Mejor me voy a bañar antes que siga escribiendo tonterias.

No digo más.

Las cosas que escribo

En este blog se respira somnolencia.

Siempre he tratado de ser pulcro al escribir, de hacerlo lo mejor que pueda, de leer y releer lo que escribo, de hacer que parezca agradable, de buscar temas interesantes. Siempre escribía como si me fueran a leer los jueces de los Nobel (lo sé, estoy exagerando) y aún así por estos rumbos no hubo gran afluencia de público ávido de buena literatura o grandes escritos (tampoco los hubieran encontrado para ser sincero). Este tema nace realmente del hecho de que siempre que me siento a escribir peleo conmigo mismo por asuntos como: “este tema no” por qué no escribes un poema más optimista” o “mejor habla de otra cosa” y esto, en vez de ayudarme a mejorar mi redacción, mi prosa, o mis versos, causa todo lo contrario: un conflicto de ideas que no termina en nada bueno, ¿ejemplo? Tooodos o casi todos los poemas y escritos de este blog.

Hace años, muchos años, incluso antes que abriera este espacio, me hice a la idea de que no podría llegar a ser un (buen) escritor. Así que ¿Para qué preocuparse tanto por la simetría de los versos, los asuntos interesantes, las rimas consonantes o la prosa irreverente? Entonces desde hoy escribiré lo que me venga en gana no me preocuparé de nada, este blog será un reflejo de mi yo mundano y real, lo que plasmaré en las letras, más allá de lo retórico o lo poético será lo que siento o pienso. No sé si con esto ganaré lectores, pero si ahorraré dolores de cabeza.

Intentaré no morir en el intento.

octubre 23, 2008

La lengua de Calamaro no viene al Guayas

El tour la Lengua popular, título del último albun de Andrés Calamaro, no estará en Guayaquil. ¿Qué se supone que debo hacer hoy Jueves por la noche, ir a la universidad y hacer como si nada pasara mientras en Quito disfrutan del concierto? nooooooooooooooooo.




ALgo se me ha de ocurrir.

octubre 18, 2008

Esperar

Esperar

Cuentan mis dedos la historia de tu carne…
entre mis sabanas.
Estas escrita en cada parte de mi ser
Como se escriben las historias que no acaban.

Saben mis ganas solamente de tus ganas
Y son miserias las q no obtengo de ti;
Muere mi lumbre y mi occidente…
no tiene sol, ni mi sur tiene tu vientre,
Ni mi norte tus cadenas.

Vienes detrás de la llovizna
calmas mi sed de ti por un instante
mueres otra vez cada domingo.

Y te vas,
Mujer temprana como el agua del rocío
Te vas hartando lentamente de mi ruego
Depones todos los armiños de tu pelo
Y te desgastas en la noche larga y negra.

Qué haré de ti, mujer, si tu atadura
Mantiene erguida tu imponente estatua
Aun dominas el porvenir de mi alma
Y son tus pasos mi marcada senda.

Qué haré, mujer, con tu recuerdo
Si le susurras mil memorias a mi almohada
Si me compones las canciones que me traen cada mañana
Los jilgueros.

Tradición de una tarde que se marcha,
Ries, cantas, lloras, amas….
No te has ido, aun escarbas
Cada parte de mi casa.

Pueda que te olvide un día de estos
cuando detrás de una aurora solitario
descubra que no vendrás aunque te espere
como la arena de la playa que espera al mar
como el condenado que espera libertad.

Sigo Esperando auque sé que no vendrás.

octubre 03, 2008

O juremos con gloria morir

Otra vez me van a perdonar pero cuando leo algo que me parece interesante, me da por publicarlo. Disculpen otra vez exponer algo que no es mio pero que bien sirve para pensar (esto no es más que una formalidad conmigo mismo, ya que casi estoy seguro que estoy hablando solo).

El siguiente es un escrito de el periodista argentino Gonzalo Peltzer. Publicado en Diario El Universo el día de hoy.

O juremos con gloria morir

Camilo José Cela se divierte con la nuca espeluznada del protagonista de Madera de héroe, una buena novela sobre la similitud entre el coraje y el pánico. No sé si sabía don Camilo de himnos y canciones patrias americanas y de nuestra emoción cuando cantamos el himno nacional, cada uno el suyo. Fueron épocas heroicas y románticas las de nuestros himnos, pletóricos de glorias inmarcesibles de laurel ceñidas, de faustas diademas y gorros triunfales... no entendíamos ni jota cuando aprendimos a cantarlos y eso que nos toca la parte abreviada. Todos nuestros himnos son largos y de una poesía esdrújula, pero a la vez son heroicos y libertarios. Todos nos prometen la muerte antes que vivir esclavos. Y lo cantamos a voz en cuello como el primer día lo hicieron nuestros próceres antepasados: “¡Coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir!”, gritamos los argentinos antes de enfrentarnos a una muerte segura y sin pena ni gloria con la selección de bádminton de Singapur.


En la vieja Europa todo esto les suena a herejía decimonónica: los americanos mestizos, los del Sur, preferimos morir a vivir esclavos o sin libertad. Estoy seguro de que fue el mestizaje el que produjo semejante virtud y también la geografía de límites infinitos. Pero no le quito valor a la inmigración europea que se mezcló con la raza americana. Ellos vinieron buscando la libertad que no tenían en su patria. La conquistaron segundones y criminales y la poblaron los marginados por el hambre, la pobreza y la intolerancia. Juntos crearon las patrias que ahora integran la América mestiza.


Será por esa valoración superlativa de la libertad que en nuestro continente, la América hispánica, mestiza y del Sur, nunca hubo ni habrá campos de concentración: no dudamos jamás entre la vida y la libertad. Que nos maten si no vamos a ser libres. Otros pueblos, en cambio, prefieren vivir y sostienen muy sueltos de cuerpo que no se puede ser libre si uno está muerto. Es una generalización, pero lo he confirmado cada vez que lo pregunté y recuerdo ahora mi discusión con un escritor centroeuropeo: el hombre me porfiaba que primero es la vida y después la libertad, porque sin vida es imposible ser libre.


Suele ocurrir con los amigos de las limitaciones, sean europeos, americanos o filipinos. Ellos aman los reglamentos y las cortapisas. Entre los libros eligen los diccionarios. Cuando van al campo disfrutan con los alambrados. En el estadio, en lugar de mirar las jugadas, siguen al árbitro. De la calle prefieren las líneas amarillas. Se sienten seguros entre barreras, peajes, cadenas y guardianes, y se abrigan con horarios y tablas periódicas.


“¡Orientales, la Patria o la tumba!/ ¡Libertad o con gloria morir!”, canta bizarro el coro del himno uruguayo, y sigue: “¡Es el voto que el alma pronuncia/ y que heroicos sabremos cumplir!”. El de Chile en una estrofa desenvaina la espada: “Si pretende el cañón extranjero/ nuestros pueblos osado invadir;/ desnudemos al punto el acero/ y sepamos vencer o morir”, y el coro responde: “Dulce Patria, recibe los votos/ con que Chile en tus aras juró/ que, o la tumba serás de los libres,/ o el asilo contra la opresión”. El coro del de Bolivia lo reafirma con otro juramento, también en el altar de la Patria: “De la Patria, el alto nombre/ en glorioso esplendor conservemos/ y, en sus aras de nuevo juremos:/ ¡morir antes que esclavos vivir!”. Brasil no se queda atrás y le anuncia a la Libertad, por si no lo sabe: “Em teu seio, ó Liberdade. Desafia o nosso peito a própria morte!”. “Paraguayos, ¡República o muerte!”, canta con bronca contenida el himno guaraní. El del Perú se pone solemne y desafía al mismo sol: “Somos libres, seámoslo siempre/ y antes niegue sus luces el sol,/ que faltemos al voto solemne/ que la patria al Eterno elevó”.


Hace pocos años me hubiera costado meses conseguir las letras de los himnos nacionales americanos. Ahora los encontré en cinco minutos: maravillas de la red. Pero el himno del Ecuador, que descubrí gracias a mi búsqueda de hoy, es el resumen latinoamericano de nuestro eterno juramento:


Y si nuevas cadenas prepara/ la injusticia de bárbara suerte,/ ¡gran Pichincha! prevén tú la muerte/ de la Patria y sus hijos al fin;/ hunde al punto en tus hondas entrañas/ cuanto existe en tu tierra, el tirano/ huelle solo cenizas y en vano/ busque rastro de ser junto a ti.No tengo dudas de que la libertad está a salvo en nuestra América.


El que nos quiera esclavizar se tendrá que enfrentar hasta con la furia del Pichincha, pero sobre todo con las ansias infinitas de libertad de su pueblo soberano.