noviembre 08, 2012

En busca de la templanza

Hace 7 años, cuando decidí dejar de tomar, lo hice porque habían sido varios años de intenso abuso del licor. Para entonces tenía 22 años, era 2005, un lunes de octubre. Había pasado el fin de semana de cumpleaños de una prima a la que quiero mucho y aquella maratón de 3 días de fiesta y alcohol me dejó con un chuchaqui físico y moral enorme. Allí reafirmé lo que ya había decidido antes -sin fuerza suficiente para cumplirlo- unos días atrás: abandonar para siempre el consumo de bebidas alcohólicas.

La historia anterior viene al caso por lo siguiente: quiero apelar a la misma voluntad de hierro que me hizo abandonar el trago para llevar -con el mismo rigor- la costumbre de comer sano, eso quiere decir comer poco y más saludable. Créanme, esta empresa me está costando mucho más que la abstinencia alcohólica. ¿Cuál es el motivo? Principalmente la salud. La gastritis y el hígado graso son diagnósticos nada alentadores para alguien de 29 años; y segundo, por la apariencia. ¿A quién no le gustaría verse mejor? Pesar 90 con 1.63 de estatura no es para nada alentador (cabe aclara que no me acomplejo por eso, nunca ha sido mi caso) para nadie.

Básicamente este escrito pretende funcionar tal como en su momento, 7 años atrás, funcionó una carta para mí mismo, escrita un domingo, en donde reconocía que tenía un problema y que iba a superarlo cuésteme lo que me cueste. Y así fue, lo escribí y lo firmé, me hice una promesa a mí mismo y la cumplí, porque creo que la palabra escrita tiene más poder que la hablada, porque lo oral se lo lleva el viento, porque hablar es importante pero un documento escrito es indeleble y sirve mejor porque puedes recurrir a él y encontrar las motivaciones que te llevaron a tomar la decisión y la vehemencia con la que empezaste el intento, por si te olvidas.

Entonces este post tiene ese fin. Servir de constancia de que un día como hoy, hago uso de mi voluntad de acero, de mi temperamento y todo mi ki para controlarme más en las comidas, claro sin que esto llegue a afectarme más de la cuenta. Lo que quiero es dejar claro que pondré todo mi amor propio para cambiar mis hábitos alimenticios que son pésimos. No importa qué tenga que hacer para lograrlo, pero lo haré, porque puedo y debo, porque soy capaz y porque al publicar esta entrada, firmo el compromiso de hacer ineludiblemente.

Así que aquí estoy, empezando nuevamente un cambio de hábitos. Luego les cuento.

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