noviembre 27, 2006

De reencuentros, alcoholismo y algo más

Efraín es un buen amigo. Recuerdo haber compartido con él muchas noches de bohemia matizadas por buenas canciones y por supuesto mucho alcohol. Evoco en especial una reunión de este tipo hace ya casi 8 años, cuando, aún muy joven, empecé a formar al ser alcohólico que actualmente combato día a día. Esa noche fue una de mis primeras borracheras, encontré a mi amigo tomando solo fuera de una licorería y, como es costumbre en mi tierra, me ofreció un trago de camaradería. Terminamos los dos borrachos tirados en una alcantarilla, amanecidos, a la vista de todo el que pasaba. En mi casa me querían matar.

No veía a Efraín hace mucho tiempo, y ese Sábado frío divisé su inconfundible forma de caminar y saludamos como en los viejos tiempos, pero ahora las circunstancias eran diferentes. Yo ingresé por cuenta propia a un grupo de rehabilitación para alcohólicos pero dejé de asistir hace más de 7 meses, pero sin embargo me quedan sus enseñanzas y sus bases. Llevo 13 meses sin probar el alcohol. El caso de Efraín era un poco diferente, pero con el mismo origen: problemas con la bebida, sus amigos habían reunido, con aportes personales y actividades, el dinero para pagar un centro de rehabilitación que no es precisamente barato. El tenía ya mucho mas tiempo que yo (no me quiso decir cuanto) sin beber.

Era hora de almuerzo y pensamos pasar un tiempo conversando mientras comiamos. El restaurante era muy bullicioso y estaba copado hasta las banderas, pensándolo bien no sé porque lo elegimos, tardaron una hora y media en servirnos lo que habíamos pedido y nos atendió una chica visiblemente atareada, supongo que por eso parecía atender como robot, pero no reclamamos porque la tertulia en torno a una botella grande de Coca Cola, se ponía cada vez más interesante.

Reíamos y recordábamos tantas anécdotas que nos dejó nuestra vida bohemia y trovadora tiempo atrás. Efraín recordó, casi con lágrimas, el momento y las circunstancias en las que tocó fondo:

-Recuerdo un domingo-
me dijo
-Después de una maratónica “chupa” de 4 días, donde gasté más de 1000 dólares, que ni siquiera eran míos. Me encontré en el patio de mi casa llorando como un niño totalmente desconsolado y reclamando al cielo: "Dios, ¿cómo voy a hacer para pagar todo lo que he gastado? Si tú aún quieres que me recupere demuéstramelo, voy a pedir 100 dólares prestados a algunas personas y así voy a pagar la clínica de recuperación, si mañana no logro hacer que alguna de ellas me preste, sabré que no te importo y no entenderé motivos para seguir viviendo"-

-Esa sensación “post-chupa” de depresión, impotencia y soledad es tan común en las personas que tenemos problemas con el trago- le dije.

Él prosiguió:
-Acababa yo de haber desafiado al cielo cuando alguien interrumpe mis sollozos y me dice: “Efraín, sale vinieron por ti”. Yo no entendía. Cuando llegué a la sala de mi casa, ya me esperaban mis amigos y la gente de la clínica, sabía lo que eso significaba y lloré. Mientras me llevaban, mi familia y mis amigos me veían llorar pero nadie sabía con exactitud por qué. Solo yo sabía en mis adentros que hacía pocos minutos desafiaba a Dios a ayudarme el día de mañana, cuando ya esa misma noche él tenía planeado el inicio de mi recuperación-

El tema de conversación no cambió. Charlamos acerca de lo natural que resulta en una sociedad como la nuestra el hecho de que un joven empiece a tomar antes de los 15 años, el hecho de que la borrachera te haga amanecer en cualquier parte, el tener una fama, (bien ganada) de “acolitador” en cualquier reunión para tomar, el accidentarte varias veces en algún vehículo por andar ebrio.

Efraín y yo salimos después de haber charlado y comido bien de aquel restaurante. Miramos a nuestro alrededor y notamos como la ley seca (por las elecciones) no había sido impedimento para que ese lugar este atestado de gente libando. En nuestro caminar, vimos una pelea, sangre, y discusiones a grandes voces. Intentamos llevar a un amigo pasado de copas a su casa, pero sus compañeros de chupa no nos dejaron, vimos gente tirada en el suelo, ebrios hasta la saciedad. Después de haber contemplado todo ese paisaje, supimos que no solo estábamos en el camino correcto, sino que aún faltaba mucho por hacer.

No hay comentarios: