
Hoy quiero protestar contra los que protestan sin saber protestar. Contra los que protestan sin saber por qué protestan. Contra aquellos que no conocen mejor manera de hacer conocer su pensamiento que a través de los golpes y la agresión.
Este país está sumido en una crisis institucional que nos conduce al caos, estamos en medio de una guerra interna cuyo final es de pronóstico reservado. Detesto y combato la politiquería barata, critico a aquellas dignidades que fueron elegidas para representarnos pero que sin embargo hacen mal su trabajo, los diputados por ejemplo, que se enfrascan en enfrentamientos con el TSE y de una resolución destituyen a vocales y a quien les viene en gana, eso no podemos aceptarlo, es inconstitucional y es un insulto al Pueblo, pero tampoco puedo aceptar que determinados grupos, con la excusa de que representan las voz del pueblo, agredan y golpeen a quienes creen culpables de lo mal que anda el país.
Lo que ayer todos los noticieros difundieron es agresión, es un acto propio de bándalos, de truhanes, yo no me considero representado por esos agresores, por esos mal llamados estudiantes que, tomándose el nombre del pueblo, destruyen propiedad privada, vociferan palabras gruesas frente a las cámaras, no estoy de acuerdo con la anarquía, por más que la causa sea justa y no falta de razón.
No estoy defendiendo a los diputados, tantas veces desde mi tribuna he alzado reclamos en contra de ellos, pero estoy en contra de la violencia. Estoy a favor de la asamblea constituyente, pero no creo que haya que invadir el congreso ni el TSE para obligar a sus miembros a aprobar la consulta.
La democracia sin tolerancia es una bomba de tiempo, una amenaza que inquieta nuestra armonía. Y la incitación viene desde arriba, esta semana hemos visto como nuestros propios líderes son los que desatan polémicas, y utilizan la tarima solo para propagar resentimiento, odio, y para exacerbar la ira de un pueblo hacia las instituciones del estado, qué tan dañino puede ser esto? Ayer vimos los resultados, agresiones a diputados, daño a propiedad privada, etc.
Hay que diferenciar bien las cosas, no es lo mismo estar en desacuerdo con la gestión de algunos diputados, que rechazar de plano el congreso. El parlamento es una institución del estado que es parte constituyente del poder. Sin esta instancia de ley no se concibe el estado de derecho por tanto no podemos estar en contra de ésta. Podemos oponernos a las acciones impropias y absurdas de algunos parlamentarios, pero no podemos deleznar la institucionalidad del congreso, porque esto sería como culpar a un auto de un accidente en vez de culpar al chofer.
Desde este humilde espacio rechazo vehementemente a todo aquel dignatario que no cumple con el clamor popular, rechazo la manipulación de las leyes movidas por intereses ajenos al bienestar del país, pido se de paso al cambio, y creo que la única vía para lograr el cambio político es la asamblea. Pero no creo que ésta deba ser lograda a costa de inculcar odio por parte del pueblo a las instituciones del estado.
Este país está sumido en una crisis institucional que nos conduce al caos, estamos en medio de una guerra interna cuyo final es de pronóstico reservado. Detesto y combato la politiquería barata, critico a aquellas dignidades que fueron elegidas para representarnos pero que sin embargo hacen mal su trabajo, los diputados por ejemplo, que se enfrascan en enfrentamientos con el TSE y de una resolución destituyen a vocales y a quien les viene en gana, eso no podemos aceptarlo, es inconstitucional y es un insulto al Pueblo, pero tampoco puedo aceptar que determinados grupos, con la excusa de que representan las voz del pueblo, agredan y golpeen a quienes creen culpables de lo mal que anda el país.
Lo que ayer todos los noticieros difundieron es agresión, es un acto propio de bándalos, de truhanes, yo no me considero representado por esos agresores, por esos mal llamados estudiantes que, tomándose el nombre del pueblo, destruyen propiedad privada, vociferan palabras gruesas frente a las cámaras, no estoy de acuerdo con la anarquía, por más que la causa sea justa y no falta de razón.
No estoy defendiendo a los diputados, tantas veces desde mi tribuna he alzado reclamos en contra de ellos, pero estoy en contra de la violencia. Estoy a favor de la asamblea constituyente, pero no creo que haya que invadir el congreso ni el TSE para obligar a sus miembros a aprobar la consulta.
La democracia sin tolerancia es una bomba de tiempo, una amenaza que inquieta nuestra armonía. Y la incitación viene desde arriba, esta semana hemos visto como nuestros propios líderes son los que desatan polémicas, y utilizan la tarima solo para propagar resentimiento, odio, y para exacerbar la ira de un pueblo hacia las instituciones del estado, qué tan dañino puede ser esto? Ayer vimos los resultados, agresiones a diputados, daño a propiedad privada, etc.
Hay que diferenciar bien las cosas, no es lo mismo estar en desacuerdo con la gestión de algunos diputados, que rechazar de plano el congreso. El parlamento es una institución del estado que es parte constituyente del poder. Sin esta instancia de ley no se concibe el estado de derecho por tanto no podemos estar en contra de ésta. Podemos oponernos a las acciones impropias y absurdas de algunos parlamentarios, pero no podemos deleznar la institucionalidad del congreso, porque esto sería como culpar a un auto de un accidente en vez de culpar al chofer.
Desde este humilde espacio rechazo vehementemente a todo aquel dignatario que no cumple con el clamor popular, rechazo la manipulación de las leyes movidas por intereses ajenos al bienestar del país, pido se de paso al cambio, y creo que la única vía para lograr el cambio político es la asamblea. Pero no creo que ésta deba ser lograda a costa de inculcar odio por parte del pueblo a las instituciones del estado.
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