septiembre 02, 2008

Manual para rescatar un gato.


Mientras comíamos un cheesecake de fresa le relaté que unas noches atrás, desde mi ventana, vi un gato que maullaba tristemente al otro lado de la calle. Le dije que era color café y que supuse que estaba perdido porque era aún muy pequeño para andar lejos de su madre. Le dije también que ese gato me hizo recordarla ya que ama a los felinos como a si misma, y que siempre me habla de su gato y de los gatos que rescata en la calle y que no puede quedarse, no porque no quiera, sino porque no se lo permiten.

Ella puso esa carita que me enloquece y me dijo “la próxima vez tienes que rescatar al gatito, y yo te voy a enseñar a hacerlo”.

No quise interrumpirla, disfrutaba verla haciendo gestos y tratando de enseñarme la dura tarea de rescatar esos animales. Me dijo que los gatos chiquitos necesitan afecto, que lo debo coger, no sin antes cazarlo “porque son muy ariscos”. Luego, una vez en mis manos, debía ponerlo muy cerca de mi pecho ya que según ella los gatitos son muy sensibles al frío y mientras mas cerca de nuestra piel estén, más calor tendrán.

Me dijo también que luego que el gatito haya recuperado el calor debía bañarlo, para quitarle “todas esas suciedades que coge en la calle”. Una vez cumplidos todos estos pasos tenía que darle cariño y destinarle un espacio en mi cama para que pueda dormir y sentirse a gusto, y por supuesto muy calientito.

Después de tan clara explicación solo reí y la besé. Esperaba que riera conmigo pero ella muy a su manera, hablaba totalmente en serio. “Tú debiste haber rescatado ese gatito” me dijo, y quedé sentenciado a su mirada recriminadora por unos segundos.

Rato después solo escribía y muy dentro de mí tenia esa sensación que se tiene cuando se aprende cosas nuevas, como a quererla más por esa sensibilidad tan difícil de encontrar, o a rescatar un gato cuando maúlla triste y solo al otro lado de la calle.

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