diciembre 17, 2008

León


Esta vez fue cierto. Todos los canales de televisión, unos minutos antes de las 5 de la tarde, ya entregaban las primeras imagenes desde la Clínica Guayaquil y la noticia del día, del mes, quizás del año, empezaba a resonar en todos lados: León Febres-Cordero falleció a las 16h30 del Lunes 15 de Diciembre a los 77 años de edad victima de un cancer de pulmón.


No voy a hacer una semblanza del lider, no hace falta. Quien vivió en Ecuador alguno de los últimos 30 años, independientemente de su ideología, sabe que León Febres-Cordero marcó la política ecuatoriana para siempre. Yo lo admiro, y en este tiempo de izquierdas y comisiones de la verdad no me da verguenza decirlo. Lo admiro por la misma razón por la que admiro a Eloy Alfaro o a mi madre, por poner un ejemplo. Es decir lo admiro porque las personas que tienen la entereza de seguir sus ideales a pesar de todo, a lo largo de los años con caracter y entrega, son dignas de admiración.


Febres-Cordero cometió tantos errores, muchos de ellos repudiables, pero creo, y esto lo digo a sabiendas de que va a sonar ingenuo y hasta cierto punto exagerado, que sus aciertos pesan más que sus defectos y que fue victima de las habladurías y los cuentos que llegaron a ser, casi, mitos urbanos en Guayaquil. El tipo no se ahuebaba, jamás lo hiso, y estoy seguro que de no ser por los problemas de salud, estos últimos tiempos la oposición no estaría tan falta de líderes fuertes y templados (en el sentido popular de la palabra).


Ayer estuve en el velorio, presencié la llegada del ataúd, estuve allí cuando llevaron el feretro a la iglesia y vi llorar a más de uno. Conozco también a quien vestirá de negro toda está semana en su honor.


No seré yo quien haga un juicio de valor, será la historia. Sirva este post unicamente para celebrar su desceso desde el punto de vista humano, ya que sufría y cuando se sufre por una enfermedad terminal es mejor la muerte que la agonía; y también para lamentar la muerte de un gran líder que se lleva consigo una vida de logros y de entrega a una ideología (correcta o incorrecta esa es otra historia) a una ciudad a un país. Sirvan sus aciertos para imitar y sus errores para aprender.


Hasta siempre León...

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