noviembre 14, 2006

Sabina, 10 años después


La última vez que Joaquín Sabina visitó Ecuador yo tenía 13 años. Aunque mi curiosidad por la música urbana y protesta en general, surgió mucho antes, no me interesaba (ni hubiese podido obviamente) viajar a Quito a presenciar aquel concierto que aun mucha gente recuerda: “todas las voces todas” donde se presentaban artistas de la talla de Sabina, Piero, Páez, Rodríguez y algunos más, pero ahora puedo asegurar que me muero de ganas por ver a este gran músico en Quito, aunque a estas alturas (20:25 del Sabado 11/11/06) el concierto ya debe haber empezado y yo estoy aqui escribiendo y lamentando mi falta de decisión.

Rebelde por naturaleza, una curiosidad que se sabe de la vida del cantautor español, es que su propio padre, comisario de policía de su ciudad natal Úbeda, recibió la orden de detenerle en 1968 por arrojar un cóctel molotov contra una sucursal bancaria, como protesta por el Proceso de Burgos, razón por la cual se vería obligado a exiliarse en Londres.

Sus primeros pasos en la música los da una vez que regresa a España luego de la caída del régimen franquista, en 1978 edita su primer LP denominado “inventario”, dos años después publica Malas compañías, álbum en que destacan canciones como: Pongamos que hablo de Madrid y Calle Melancolía.

La carrera musical de Joaquín Sabina es un culto a la ironía, una voz ronca que canta poesía urbana concebida en un mundo muy parecido al de todos pero muy al estilo Sabina. Este cantautor que quiso escribir “la canción más bonita del mundo”, aquel que sufriera una parálisis cerebral que si bien no trajo consecuencias físicas lo alejó de los escenarios por algo más de 3 años debido a una fuerte depresión, el mismo que hoy regresa a la tierra que dio origen a su disco a dúo con Fito Páez (fue en Quito donde ambos se encontraron y donde nació la idea de “Enemigos íntimos”) a derrochar su música a base de vivencias, a veces rebeldes a veces simplemente indescriptibles.

Sin duda me voy a arrepentir de no haber ido, mientras escribo estas líneas el genio de Úbeda debe estar haciendo delirar a su público en el Ágora de Quito. Pienso que talvez pude haber hecho un mayor esfuerzo y hoy sería parte de ese delirio y el lunes estaría escribiendo algo como “!Que concierto el de Sabina!”, o “me endeudé pero valió cada centavo”, ya me estoy arrepintiendo, solo queda rezar para que el genio no demore otros diez años en regresar o para que logre vivir 10 años más.


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